La Consejería de Educación, en dos Órdenes prácticamente seguidas, ha constituido el banco de libros de Castilla y León en todos los Centros educativos de Primaria y Secundaria sostenidos con fondos públicos y ha alumbrado el nuevo Programa de Gratuidad de Libros "Releo Plus", convocando ya la participación en el mismo para el curso próximo; desde el pasado 20 de marzo hasta el próximo viernes, día 31, se pueden presentar las solicitudes. Toda la información y esas dos normas están en este enlace de la página de Educacyl, donde también se puede descargar el formulario de solicitud. Son beneficiarios directos del Programa aquellas familias cuya renta esté dentro de límite de dos veces el IPREM (14.900 euros anuales), pero deben solicitar su participación todas las familias que quieran participar del banco de libros.
Grande ha sido la sorpresa y decepción que ha causado en nuestra organización este formato del Programa. Lo que sin duda constituye un paso adelante hacia la meta del préstamo universal y gratuito (una demanda histórica de nuestro colectivo), al establecerse de forma obligatoria el banco de libros en todos los Centros y vincular las ayudas para libros a dichos bancos (en el nuevo sistema, el beneficiario de ayuda recibirá en primer lugar libros del banco, y sólo si no los hay, una ayuda dineraria), queda empañado por una serie de incongruencias que lo desmerecen totalmente. La Consejería se queda a medias, en una especie de "quiero pero no sé cómo hacerlo", o más bien "puedo pero no sé si quiero", y encima, aparta a las familias, máximas interesadas en el asunto, de la gestión de los bancos.
Nuestra crítica al Programa queda bien expresada en la nota de prensa de la Confederación Regional de Federaciones de Ampas (Confapacal) que se puede leer aquí, en nuestro Facebook, y que suscribimos totalmente, y que se ha publicado en diversos medios; en este otro enlace podéis leer una reseña de la Cadena Ser. Resumimos rápidamente los tres puntos principales de disconformidad:
1.- Las familias que donen libros al banco no tienen garantizado recibir libros a cambio.
Hasta ahora, en el programa Releo se garantizaba a la familia donante de libros que recibiría otros a su vez. Esto ahora desaparece; los libros donados se asignarán como el resto, en primer lugar a los beneficiarios de renta menor del doble del IPREM, y a partir de ahí por orden inverso de renta, sin garantía alguna para la familia donante. Es decir, la Consejería llama a las familias a donar altruistamente sus libros sin ofrecerles nada a cambio, lo cual es tanto como desincentivar las donaciones. No tiene ninguna lógica: lo que la Consejería debería garantizar es que van a recibir libros, además de quienes no lleguen al límite de renta indicado, todas aquellas familias que donen libros, y para ello habilitar los fondos necesarios; con lo que se constituirían realmente unos bancos de libros potentes que avanzarían decididamente hacia el préstamo universal en pocos años.
2.- La ayuda dineraria para los beneficiarios que no obtengan libros del banco se les dará directamente a ellos, siempre que compren los libros adelantando el dinero y presenten la factura, en lugar de dársela a los Centros educativos para que compren ellos los libros y los presten.
Esto es una incongruencia manifiesta del sistema, puesto que al final de curso los libros comprados por las familias con esa ayuda se tienen que entregar al Centro para el banco; con lo que sería mucho más lógico que sea éste quien compre los libros para los beneficiarios a quienes no se les ha podido dar libros del banco y se los preste, y así las familias no tienen que adelantar el dinero. Nuestra Federación pide expresamente a las familias que, al solicitar la ayuda, marquen la casilla que permite al Centro recibirla directamente.
3.- La exclusión de las familias de la Comisión de gestión del banco de libros: en cada Centro educativo habrá una Comisión de tres personas para regular la gestión del banco, formada por el Director/a y dos docentes, sin presencia alguna de familias. Eso sí, podemos ser "grupo de apoyo" para recoger libros, clasificarlos, almacenarlos, distribuirlos y entregarlos. Hacer el trabajo sucio y estar callados. Y luego dicen que la participación de las familias es importantísima, y que hay que fomentarla, y que si patatín y que si patatán ... Mucho predicar, pero nada de dar trigo. Una buena patada en el trasero nos ha dado la Consejería a todas las Ampas con esta norma.
Además de todo lo dicho hay que añadir que se ubica como indicador la renta 2015 fecha en la que una familia quizás podía adquirir los libros con mucho esfuerzo y que DOS AÑOS después en 2017 su renta ha podido empeorar hasta el punto de que quizás no puedan adquirirlos ni poder acceder al programa releo.
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